viernes, 2 de diciembre de 2011

El momento justo




A veces se me escapa el momento justo de la vida en que hay que actuar. Más bien, casi siempre me demoro un par de horas más de las necesarios en pensar la frase que hubiera necesitado responder en un segundo. Otras veces, la solución se me ocurre dos minutos después. Y alguna vez más, quedo paralizada y no reacciono, punto. Por ejemplo, con un beso decidido y cierto. Así fue aquella vez cuando estábamos solos Santi y yo en la oficina del fondo. Sintiendo cada uno la presencia del otro con la total consciencia, pendientes de cada movimiento, de cada respiración inspiración exalación, centímetros de distancia que separaban nuestras bocas, nuestras manos, nuestros sexos. y de pronto sin decir una palabra, él se quedó mirándome serio, quieto, sin explicaciones, nada más que sus ojos fijos en los míos y yo me quedé petrificada,  sin perder la noción de que cualquiera podía entrar en un momento y pescarnos así.  Y así como se paró frente a mí, se fue. y yo me quedé casi sin poder respirar , nunca supe dominar la ansiedad que me generaba verlo, la inseguridad de no saber qué me tocaba ese día, si me iba a encarar como un salvaje o me iba a ignorar. Desde el primer día hasta el último en que lo ví, tuve la misma sensación. pero volviendo a aquella vez,  apenas me recuperé,  salí corriendo a buscarlo, a buscar una oportunidad mejor. Con él siempre faltaba un buen momento para estar solos. en realidad se nos había pasado el cuarto de hora. Nos conocimos demasiado tarde, nos regalamos unos minutos robados, y después seguimos con nuestros horarios de vida ya pautados

Continuará...