jueves, 26 de julio de 2012

Los huesudos

Están sentados en la hamaca de jardín, uno a cada lado de la madre flaca y huesuda, los hijos flacos y huesudos, blancos, tornasolados, casi violetas, quizás sea la sangre azul que les corre por las venas o la piel transparente que tienen, el pelo castaño claro, opaco, deslucido, los ojos celestes lavados, hundidos en las cuencas ojerosas, marrones. Posan para la foto. El padre está parado detrás de la hamaca, con su viejo traje gris y anteojos gruesos, y completa la escena de la familia huesuda perfecta. Es increíble que se formen parejas tan equilibradas, los dos padres tan frágiles como árboles nuevos, con esos troncos tan quebradizos y encorvados, finalmente se sintieron complementados y procrearon a su semejanza, y ahora en la repetición parece que su fenotipo es aceptado, son parte de un todo, de un conjunto cerrado. Lo que siempre fue malo y oscuro y los hizo sufrir, esa imágen terrible que el espejo les devolvía cuando eran jóvenes solitarios, fue suavizada hasta el límite por la amnesia de la vida familiar y el amor filial, esa foto del pasado que ahora  ven reproducida en sus hijos, su orgullo, con su futuro incierto y huesudo, e intentarán enseñarles a ser felices con esos cuerpos y esa piel, o mejor, preferirán ignorar la realidad, pelear para que los hijos sean mejores que ellos, luminosos y musculosos y bronceados, y después se lamentarán porque los niños no han heredado su espíritu de lucha, la perseverancia que sólo tienen los que se bancan el sufrimiento. La felicidad persistente puede ser un gran obstáculo para el desarrollo del espíritu fuerte. Es como una economía favorable. Creen que va a durar para siempre. Sus hijos tendrán una ventaja latente si aprenden a sobrellevar su inadecuación, cuando se crucen con los jugadores de fútbol habilidosos, con cualquiera que domine un skateboard, o que sea un mediador nato,  o sepa hacer surf o amansar a un caballo acariciándole el hocico. Si, sus hijos tendrán que aceptar que pueden ser buenos leyendo libros de Historia Universal, pero no serán protagonistas en la obra de teatro del colegio. La foto está enmarcada en un portarretratos de metal, grande, sobre la mesa de entrada, el orgullo de lo innegable.