martes, 13 de julio de 2010

Desde el asiento de atrás

Durante toda mi vida de niña, adolescente y hasta casi los treinta, me tocaba siempre viajar en el asiento trasero del auto. Estaba acostumbrada al paisaje de las ventanas del costado, y a apoyar los codos en los asientos delanteros, inclinando el cuerpo como para acercarme a los líderes. Incluso el acompañante me parecía un lider. Los asientos delanteros eran para la gente que salía de su casa en auto. A mí me pasaban a buscar por algún lugar del camino, así que siempre me tocaba el asiento de atrás. No viví en una familia que tuviera auto, casi puedo decir que no viví en una familia exactamente sino en un conglomerado de familiares. Me gusta la palabra ¨relative¨, porque los familiares son tan relativos. DIgo, no tuve auto propio durante treinta años de mi vida. Cuando mi novio compró uno, empecé a vivir la vida desde el asiento delantero. justo en la época en la que también viví en el asiento delantero de mi destino. Parecía que llevaba el volante, confiada, segura. Tenía un camino delante mío por recorrer.
Pero ahora tengo auto propio, estoy al volante horas por día, tengo la extraña sensación de que si hay algo que no manejo es mi destino. Seré capitana de mi alma?

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